Relatos De Terror De Escritos De Pesadi

Era una expedición perdida en medio de una brutal tempestad. Los científicos biólogos de la misma estaban a punto de encontrar el hallazgo inesperado de una raza desconocida.

La rutina de la apertura diaria de un centro comercial quedaría alterada por la presencia de un cliente muy especial.

En esta ocasión, rematando la saga de Asesinos Ficticios Norteamericanos, la perversa Genoveva Ducrati. Una asesina serial que aprovechaba el anonimato de la grada para perpetrar sus crímenes contra actores y actrices del escenario.

Justo cuando finalizo de narrar el relato, diciendo que el protagonista era un habitual del psiquiátrico Darkmind, se cuela una voz femenina que comenta "que va".

El supervillano Mega Muerte estaba dispuesto a robarles a unos mafiosos un importante arsenal de armas.

Desde su adolescencia, Maurice Unstable estaba maravillado por los espectaculares trucos de los ilusionistas. Decidido en ser uno de los más famosos del país, empleó efectos inusuales por aquella época, como el gore más tremendo y sangriento...

Ethaniel y Zachary estaban exultantes de felicidad. La gran amenaza del lugar había sido exterminado por su tremenda pericia en el manejo de las motosierras. Ambos eran leñadores, y eran unos artistas consumados en detectar hombres lobos.

Dandy estaba aterrorizado. Escondido en el armario, pudo contemplar a hurtadillas la muerte de sus padres a manos de un ser monstruoso...

Se lo jugaba todo a una carta. Le debía una cantidad respetable a Tony De Matteo. Este por desgracia, era conocido por el sadismo que empleaba contra quienes eran incapaces de devolver un simple préstamo.

La mejor forma de huir de tu ignominioso pasado como asesino serial y con un incontrolable gusto por la carne humana, es adoptar una nueva personalidad casi empezando desde cero... Aunque tendría que atemperar su carácter, si no quería quedar al decubierto...

Humphrey Stuggs creó la mayor hecatombe en la Primera Feria de Animales que tuvo lugar en la ciudad norteamericana de Norwich. Pasamos a relatar su aberrante biografía.

Curtleos estaba sin blanca, a punto de ser echado del piso de alquiler donde vivía. Necesitaba pasta urgentemente. Desesperado, iba a recurrir a los Tutts, unos gemelos implicados en el crimen local de poca monta. Ya trabajó con ellos anteriormente. Ahora quedaba acercarse a la cabina telefónica y echar las únicas monedas que le quedaban, rezando para que en esa única llamada los mafiosos atendieran sus súplicas para que le dieran un encargo.

Tan sólo un día al mes el dueño de aquella tienda de todo a un euro permanecía encerrado en la misma hasta la una de la madrugada. Estaba claro que tendría que ocultar algo importante. Y si era de valor, incitaba a que se le hiciese una visita nocturna por un amigo de lo ajeno.

En este caso nos ocupamos de relatar las andanzas innobles de Edward Tellis Junior, quien trataba de ayudar a sus padres, dueños de una funeraria en franco declive de clientes.

Había pactos firmados que había que cumplirlos. En este caso, era preferible no corresponder, pues el resultado obtenido no fue nada satisfactorio...

Saga de Asesinos Ficticios Norteamericanos, donde se narran las falsas peripecias de asesinos seriales ubicados entre finales del siglo XIX y el XX. El primero de ellos es el infame Amadeus Stormhill, de profesión cartero rural.

Vincent estaba ya desesperado porque su maravilloso jardín día si, dia no, era ultrajado por los niños del vecindario jugando al fútbol cuando estaba él ausente en su casa. Así que fue al vertedero municipal, dispuesto a encontrar una solución eficaz con que espantar a los críos...

Marie estaba desesperada. En su huída con el niño en brazos, era perseguida por aquel sujeto implacable, deseoso de arrebatarle lo más preciado de su vida. Lo que precisaba para seguir viviendo, pues sin su niño, la vida ya no tenía ningún sentido.

Anhelaba la oscuridad. Era su refugio natural, donde el propietario de aquella voz ajada y ya anciana no podría encontrarle. Llevaba tantos años encerrado y en penumbras...

Aquella paciente llamada Patty necesitaba ayuda psicológica. Y él como psicoanalista contrastado, estaba dispuesto en ayudarla. De momento era cuestión de iniciar la primera sesión ayudado de hipnosis...