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Sinopsis

  «Por tanto, es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que nos extraviemos» (Hebreos 2:1) A todos nos ha sucedido. Ponemos un poco de la Palabra de Dios en nuestros cinturones espirituales. Obtenemos algunas victorias. Por primera vez en muchos años nos va muy bien en la vida. Pero, de pronto, nos desviamos del camino y nuestro mundo se derrumba, y tenemos que comenzar otra vez. Eso fue lo que le sucedió a los creyentes de quienes se habla en la carta a los Hebreos. Habían avanzado tanto en la vida espiritual que ya podían ser maestros. Pero con el tiempo se desviaron tanto del camino que fue necesario volver a alimentarlos como a bebés de pecho (lee Hebreos 5:12). ¿Qué fue lo que los hizo tropezar de esa manera? Ellos dejaron que otros asuntos se interpusieran en el camino de la fe. Dejaron que se les olvidaran las promesas de Dios. Por esa razón se desviaron. Esto mismo le ha sucedido a multitud de creyentes en los últimos años. “Bueno, hermano Copeland —dicen algunos—, est