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Sinopsis

  «Además, su fe no flaqueó al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (pues ya tenía casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en la fe y dio gloria a Dios» (Romanos 4:19-20) Durante todos los años que he vivido por fe, he aprendido a hacer algo que me ayuda a recibir de Dios en las situaciones más difíciles. Lo llamo: “saltar la línea de la fe”. Necesitas una línea de la fe cuando quieres que Dios haga lo “imposible” en tu vida. Es lo que necesitas cuando requieres mantenerte firme en la fe, y aun así sigues como un vaivén, de aquí para allá entre tu situación y las promesas de Dios ―creyendo primero una cosa y después otra―. Eso es lo que puede hacerte semejante al fiel Abraham. En la práctica, Él tuvo que lidiar con factores naturales tal como nosotros tenemos que hacerlo. Él sabía que no había forma natural de que la promesa de Dios se cumpliera. Sin embargo, la Palabra dice que Abraham no consideró