Daniel Habif

Escribir hasta que se me astillen los dedos del alma. Tengo los dedos llenos de cosas que decir. Es la zona erógena de Daniel Habif. Acabar con todas las hojas en blanco, gastarme un bosque escribiendo poemas. El autor puede morir de amor o de tristeza mientras escribe su proceso. Por cada traición, crece el escritor. Yo por ello me suturo las heridas con tinta y papel. Quiero escribir hasta llegar desnudo a la Libertad y que jamás por cobardía permita que otro escriba por mí la historia de mi vida. Quiero pasar noches enteras metido en una metáfora o dejar que una pluma me saque a bailar el corazón. En mi pluma soy de mármol, de espuma, de llanto. Para mi quien ama la vida toma su pluma, la enciende y escribe su futuro.    Mi vicio son las letras. Me gusta el arte del soneto y los conceptos barrocos, la lírica, la versificación, las alusiones celestiales, me gusta el hipérbaton. Escribo para respirar, para vivir lo que aún no puedo alcanzar, pero con las letras puedo tocar. SI escribo Japón, ya est