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No sé si está bien, pero admiro al hermano de Ayuso. Es el tipo de emprendedor que a mí me hubiera gustado ser. Alguien con una visión privilegiada, que en mitad de una pandemia mundial ve una mascarilla y piensa en ella como una oportunidad de lograr beneficios mientras yo la veía y solo pensaba “se me van a empañar las gafas”. Hay que tener mucho temple para, en pleno confinamiento, dedicarte a hacer negocios. Yo me lo pasé lavándome las manos y procurando respirar lo menos posible. Pero los comisionistas están hechos de otra pasta. Salidos de las mejores bussines schools, donde les dotan de una sólida formación filosófica, saben, por ejemplo, que no sería éticamente aceptable ganar 286.000 euros el día en que mueren 700 personas. Sobre todo si, además, contratas con una entidad presidida por tu hermana. Sin embargo, si ganas solo 55.000, baja la ratio de inmoralidad y desaparece el conflicto ético. Lo explica Platón en su Apología del estraperlo.Son de otro planeta. Tienen un talento especial para la promo