Tango Sensei

Maestro de maestros. Músico de pura cepa. Estudioso y director con mayúsculas. Trabajador del piano. Compositor y buen amigo. Hombre de palabra y fina sensibilidad social. Compañero de fierro con sus amigos. Afirmaba que “La soberanía nacional se defiende también con la cultura”. Su orquesta reflejaba talento en cada uno de sus integrantes que le tenían cariño y el mayor de los respetos. Enriqueció el Tango que se encargó de pasear por el mundo. Interpretó desde los clásicos de la guardia vieja hasta al mismísimo Piazzolla, con calidad impactante y pulcritud melodiosa. Representó lo más elevado de nuestra música y además, por si todo esto fuera poco, fue amuleto de la buena suerte! Un homenaje a 25 años de su muerte, sólo física, porque su alma tanguera y estilo incomparable quedará para siempre en el alma grande de Buenos Aires.

Fue el primer poeta-dramaturgo de Buenos Aires, como una especie de Nostradamus del Tango, sus letras adelantaban los acontecimientos cotidianos cien años y hoy, todavía sus canciones guardan la fuerza y frescura de ‘recién escritas”. Todos los cantantes, empezando por Gardel, interpretaron alguna de sus piezas que siempre fueron coronadas por el éxito. Un compositor con mayúsculas que tuvo el tino de leer e interpretar a profundidad su ciudad y los personajes más salientes que la habitan. Trabajó como actor de teatro y cine, sus actuaciones quedaron grabados para siempre en la historia porteña y pocos pudieron discutir su enorme talento y amplia visión de la vida. Nuestra música enriqueció su acervo con este hombre que paseó por el mundo sus inolvidables Tangos, mismos que hoy siguen identificando los ritmos rioplatenses y la poesía de una época inmortal.

Nació en Alemania y se crió en Argentina. Su maravilloso y dulce ronquido musical fue ganando espacios en el Tango y se transformó en el instrumento por excelencia para nuestra música rioplatense. Lo interpretan hasta nuestros días, gente muy talentosa y de todas las edades, por sus teclas desfilaron las manos más diestras del mundo, capaces de hacerlo hablar y encantar a los auditorios. Desde el tigre Arolas hasta el admirado genio de Piazzolla, pasaron nombres inolvidables como Greco, Maffia, Laurenz o Pichuco, entrados en la época más moderna donde se lucieron el tano Ruggiero, Varela, Rovira, Federico, Pepe Libertella, Binelli, Baffa, Mederos, Marconi, Garello y tantos otros talentosísimos bandoneonistas que escribieron la historia de nuestro Tango.

Familia de músicos. Todos sus hermanos lo fueron. Talento y educación para el Tango bien ejecutado. Pianista, compositor y cantante. Sus dotes de galán lo ayudaron para abrirse camino en la escena de nuestra música. Realizó giras internacionales. Interpretaba con voz cálida, no muy potente pero bien afinada y con un buen estilo. Se dio el gusto de cantar en la orquesta de su hermano Miguel, el más famoso por aquellos abriles y luego formó su propia agrupación contratando dos cantorazos de aquel entonces. Dedicado con entusiasmo a la música, estudiando y buscando innovar en los arreglos y en sus composiciones, este gran artista dejó una huella –más allá de su apellido-, en la forma original de interpretar nuestro Tango.

Como buen hombre y talento de provincia, inició cantando folklore hasta que lo descubrieron para el Tango y desde ahí, nunca se separó de nuestra música ciudadana. Dueño de una muy buena voz y presencia varonil. A través de los años se ha hecho favorito del público que todavía hoy disfruta de sus interpretaciones. Empezó muy joven y eso le dio ventaja para transitar tantos años en el Tango, música que pudo pasear por varios rincones del mundo con éxito comprobado. De manera especial, grabó a dúo con algunos cantantes famosos como Mercedes Sosa y su carrera continúa hoy de la mano del éxito, con una forma singular de interpretar los temas que se hicieron populares en el gusto de la gente durante muchos años.

Heredó en parte el talento y la voz de su padre, que fue su mayor influencia artística. Se lanzó al ruedo, siempre difícil, de las intérpretes en el Tango; destacó por mérito propio y su garganta privilegiada de mezzosoprano nos deleita hasta nuestros días. Más de cincuenta años de actividad ininterrumpidas avalan su exitosa carrera profesional. Se dio el gustazo de cantar con la orquesta de Pugliese y el maestro siempre se expresó bien de ella, a la que consideraba una voz con registros excepcionales y fina sensibilidad para nuestra música rioplatense. Realizó giras internacionales paseando su canto y dejando bien en alto el nombre y el prestigio del Tango Argentino. Sus presentaciones en televisión y múltiples grabaciones la hicieron merecidamente popular y reconocida como una de las mejores. Actualmente seguimos disfrutando de su presencia y voz incomparables.

En la época de oro de nuestro tango, allá por los años treinta, cuarenta y cincuenta, se destacaban las orquestas típicas que mostraban orgullosas a sus cantantes, las voces de nuevos valores aparecían desde los barrios más humildes y se hacían famosas acompañando a los destacados maestros de entonces. Surgió entonces, en ese momento floreciente de nuestra música, la modalidad de los dúos. Intérpretes excepcionales que tenían la cualidad de acoplarse a otra voz y deleitarnos con sus canciones, no sólo con el Tango, sino que transitaban exitosamente por el vals, la milonga y otras expresiones musicales. Nuestro programa de hoy, presenta una variación de dúos extraordinarios que supieron fascinar a los auditorios de aquel entonces y nos permite el placer de volver a disfrutarlos.

Como los buenos cantores de su época, empezó de abajo. Se anotaba en cuanto concurso sonara cerca, luego pasó a ser la voz de cuartetos y orquestas de barrio de aquel entonces que integraban maestros de nuestra música con espíritu independiente. Se dio el gustazo que lo llamaran para integrar sus agrupaciones, nombres fuertes como el de Leopoldo Federico y Florindo Sassone. Durante casi diez años acompañó a D’Arienzo formando un trío de voces con Echagüe y Laborde, casi nada!

Fina sensibilidad y poesía con alto contenido de recordación poseía este genio de las letras al que Gardel terminó de consagrar para quedar en la posteridad inmanente de nuestro querido Tango. Supo ponerle palabras adecuadas y justas a lo que el Zorzal le entonaba con sus mágicos silbidos. Cada canción se proyectaba como éxito desde su lanzamiento, sin duda, estos temas tienen tanta vigencia que son recordados por públicos de varias generaciones, todavía hoy en pleno Siglo XXI, se siguen oyendo con la frescura y actualidad de lo recién hecho, todavía dejan el aire perfumado. Sólo aquellos poetas del Tango que supieron calar muy hondo en el gusto popular, perduran tantos años y se afianzan en la pátina del tiempo. Tango Sensei otra vez se viste de gala poética con la visita de este compositor, cuyas canciones, no sólo entonó Gardel, sino que fueron interpretadas por cientos de cantores que las hicieron exitosas de variadas formas. Bienvenido al programa el talento incomparable de Don Alfredo Le Pera.

La figura de Gardel se hace presente nuevamente en este segundo programa homenaje, en el mes de su 85 aniversario luctuoso. Tango Sensei lo recuerda con el cariño y admiración de siempre, preparando esta segunda hora dedicada al Zorzal. Aún en cuarentena por el COVID, y separados por la frontera del Filo de Latinoamérica, logramos esta unión de los conductores para llegar a ustedes con este homenaje. Gracias por estar ahí.

Se cumplen 85 años de su muerte física, pero podrían ser cien ó 185 y la figura del número uno del Tango se agiganta a partir del recuerdo de su trayectoria; su voz, su presencia y su música que transitaron sobradamente el siglo. No hubo –ni habrá otro igual— en la historia de nuestra música, entre otras cosas porque fue el primero que lo cantó y grabó para la posteridad en aquel 1917 donde se inmortalizó una forma de interpretar y cantar el Tango de manera magistral. Hizo crecer la música rioplatense, la paseó por todo el mundo, o hasta donde le alcanzaron sus jóvenes 45 años cuando partió para siempre, dejando una huella indeleble en la que muchos cantores siguieron, apoyándose en el espíritu de Carlitos, repitiendo una y mil veces sus melodías, esas que componía con talento de genio, silbándolas. El que grabó más de 750 temas. El mismo Gardel que recordamos con admiración y respeto, el que nos hace decir sin el menor reparo, que cada día canta mejor!

Ya casi estamos listos con el Zoom o el Google Meet u otra plataforma de las tan utilizadas últimamente para permitirnos la reunión de cada sábado, aunque sea con unas medialunas virtuales, para poder ofrecerles un programa nuevo. Mientras tanto, seguimos echando mano al arcón de los archivos, agradeciendo su paciencia y deseando que sigan con bien y con salud. Un abrazo de tango desde el Filo de Latinoamérica.

Nuevamente, un viaje hacia atrás, hasta 2015 pare recuperar nuestros primeros programas. Nos escuchamos menos relajados que en los de 2020, pero la pasión estaba y sigue estando ahí. Esperamos que disfruten a Discépolo, Manzi, Expósito y sus intérpretes. Que lo disfruten tanto como hemos disfrutado nosotros hasta aquí estos casi 5 años de compartir tangos.

Mientras el Coronavirus nos mantiene aún separados por el «muro de Trump» seguimos echando mano a nuestros recuerdos y primeros programas desde 2015. Hoy retomamos la primera parte de los poetas del tango, donde abordamos la alcurnia tanguera de los Contursi, Pascual y José María. Disfrutémoslo.

Seguimos «en gayola», guardados por la obligada cuarentena del Covid19. Como lo hicimos en semanas pasadas, recurrimos al arcón de los archivos y retomamos programas iniciales, como esta segunda parte dedicada a Astor Piazzolla. Donde quiera que se encuentren, les mandamos un fuerte abrazo y deseo de que pronto podamos salir a vivir el mundo.

Amig@s ¿qué les decimos que ya no sepan con respecto a la contingencia? Tal vez que Marcelo del lado mexicano y el Sensei y Joe del lado americano quedamos imposibilitados de grabar el programa como lo hacemos de manera habitual. Agotadas las grabaciones que teníamos de respaldo, recurrimos a los archivos. Iniciamos desde el principio y hoy les dejamos el primer programa dedicado a Piazzolla. Ojalá pronto volvamos a grabar; mientras, guárdense y cuídense.

Guitarrista y cantor, como buen mendocino. Desde niño, sus padres vieron en él la vocación y el talento, supo que era aprender música en un conservatorio y luego hacerse profesional. Cuando tenía sólo 17 añitos, formó un dúo para debutar nada menos que en aquella Buenos Aires, exigente e implacable. Graban “claveles mendocinos” que habían llevado al disco nada menos que Gardel y Razzano. Luego continúa como solista y con éxito, su incursión definitiva al Tango. Su evolución se hizo notar, dominando una gran técnica en el canto con un fraseo fuerte y expresivo. De ahí en más, Don Oscar Serpa quedó instalado en la memoria tanguera, como un cantor de grandes virtudes.

Un cantante distinto, tenor de timbre agudo con delicado sonido nasal. Expresivo y de dicción que se distinguía favorablemente entre tantas gargantas privilegiadas de aquella época de oro. Con verdadero señorío artístico, recreó el impecable repertorio del maestro Osvaldo Fresedo. Juntos formaron una dupla que quedó impresa en la memoria exitosa del Tango. Murió joven y en plenitud, una verdadera pena para nuestra música porque le quedaba mucho para dar. Quedan sus grabaciones intactas para nuestro deleite.

Segunda entrega de este homenaje a uno de los programas de radio más emblemáticos del tango y de la radiofonía argentina. D'arienzo, Héctor Varela, Pepe Basso, Pugliese, Rodolfo Biaggi y Armando Pontier son algunas de las estrellas que desfilaron en aquellas presentación de 15 minutos en vivo. Disfrutémoslas hoy.

En el estudio de Radio el Mundo, allá por mediados de los años cuarenta, se instaló una costumbre diaria de 15 minutos donde se homenajeaba lo mejor del Tango de aquella época triunfal. El Glostora Tango Club se transformó en la Catedral de nuestra música ciudadana, donde la gente se empilchaba bien para asistir a la estación de radio a ver y oír a sus orquestas y cantantes favoritos. Por ese espacio, que duró veintidós años en el éter, desfilaron las mejores agrupaciones tangueras del momento, para beneplácito de un público ávido que siempre quería más, porque el Tango reinaba en aquel Buenos Aires y en todo el país.