Tango Sensei

Su pinta y galanura lo mostraban más como un actor de cine, que también lo fue-, que como el buen cantante que hacía vibrar a la platea con sus melodías. Registro de tenor, timbre de voz elegante y dulce, paradójicamente la mayoría de su exitosa y dilatada carrera la obtuvo fuera de la Argentina. Formó aquel famoso Trío Argentino que hizo cantar, bailar y disfrutar el Tango en muchas latitudes. Amigo de Gardel y embajador itinerante de nuestra música por el mundo, buen compositor e intérprete sin igual, un artista completo al que hoy le rendimos un merecido homenaje.

Cuando presentamos binomios famosos, lo hacemos con la convicción tanguera de estar regalándoles un programa con los mejores de nuestra música. El caso de hoy es el fiel reflejo de esto, al presentarles a dos compositores que hicieron cantar a multitudes enteras, pues su música e inspiración poética llenaron los aires de Buenos Aires para atravesar fronteras y darle al Tango el merecido lugar que hoy guarda en todo el mundo. Uno rosarino y el otro uruguayo, los dos de fina inspiración, cada uno de ellos dejó para la música rioplatense un ramillete valioso de hermosos temas que hoy, en pleno siglo XXI, seguimos cantando con la frescura de un ayer que rememoramos con respeto, admiración y cariño.

Desde pibe empezó a demostrar sus cualidades sonoras, con una voz fina y estridente que sacudía positivamente los oídos tangueros. Porteño de Villa Urquiza, apenas tenía diez añitos y su mamá lo puso a aprender piano y en pocos años ya dominaba el instrumento, pero su pasión por el canto finalmente le marcó un destino, al transformarse en el cantorazo que deslumbrara auditorios. Con D’Arienzo alcanzó la cima bien ganada y llegó a grabar más de cien temas con el maestro. Era un éxito detrás del otro y la gente reconocía su voz en los primeros acordes. Dejó una huella imborrable y su garganta suena con fuerza muchos años después.

Cantaba con sensibilidad gardeliana de manera natural. De timbre fresco y fraseo que muchos criticaban diciendo que quería imitar al zorzal, cosa que nunca estuvo en sus planes ni en su voz con registro de barítono que endulzaba de manera firme los tangos que interpretaba. Nacido en el barrio de Boedo e hijo de inmigrantes italianos, cantó con orquestas de primer nivel y sus discos se vendían mucho porque había desatado una ola de comentarios de todo orden, que le dieron fama de buen cantante. Llegó a los Estados Unidos donde actuó con mucho éxito y prácticamente en toda América Latina era requerido. Genuino representante del mejor estilo tanguero,

Un músico que para nuestra fortuna, sigue entre nosotros y en carrera permanente con el Tango. Nació en La Paternal, un barrio tan porteño como nuestra música ciudadana, cuna también de otro gran Osvaldo, “el pibe” Fresedo. Desde niño, como todos los virtuosos, demostró habilidad suprema en el manejo del bandoneón y ya a los quince años formó su primer grupo musical. Transitó por las mejores orquestas y fue Pichuco que le dio la bendición y el padrinazgo para que siguiera por esas senda triunfal que hoy sigue ostentado. Fino compositor y buen ejecutante, sus piezas tienen características que huelen a rincones de Buenos Aires, a flor, asfalto y noche plateada.

Viene de escuela musical materna de donde también se heredan la perseverancia y el talento. Violoncelista sensible y excepcional que tocó con los mejores, desde Troilo a Piazzolla pasando por Osvaldo Pugliese. Sabe dotar al Tango de su toque original y melodioso, formó conjuntos de virtuosos que interpretaron, de manera exquisita, las piezas inolvidables que engalanan nuestra música rioplatense. Prolífico compositor que tiene en su haber más de cien temas que interpretaron las mejores orquestas de Buenos Aires.

Destacado entre los cantores más exitosos de la generación del cuarenta. Voz y presencia inconfundible, calidad melódica que se acoplaba a la orquesta con singular precisión. Temperamento gardeliano, creador de un estilo que costaba mucho imitar, cálida y aterciopelada voz de tenor que combinaba con una inagotable imaginación a la hora de entonar una pieza, tanto de las catalogadas como ‘fuertes’ como aquellas festivas. Venía de familia tanguera, el talento lo llevaba en la sangre y paseó su canto por varios países de Latinoamérica donde su fama era reconocida y sus discos se vendían mucho. Destacó con las mejores orquestas de la época y su fama perduró por mucho tiempo.

Su inspiración, cultura y técnica musical le permitieron destacarse desde temprana edad, como un talentoso compositor que enriqueció la música rioplatense. Sus composiciones de curso pianístico lo hicieron del gusto popular cuando ingresó en el Tango, aportando innovación en cada una de sus piezas. Conoció a Gardel y el morocho del abasto le cantó varias piezas brotadas de su inspiración, un lujo que pocos pudieron darse en aquella época donde la selectividad era la madre de todas las elecciones que hacía el mejor cantante de todas las épocas. Su obra se vio reflejada en tangos y milongas exitosas que cantaban y tarareaban los barrios porteños. Fue Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo y ejerció una larga y triunfal trayectoria musical hasta sus últimos días.

Un binomio familiar de excepción para el Tango. El papá, con su obra posterior a Pascual Contursi y contemporánea a la de Celedonio Flores, fue uno de los pilares sobre cuya definición anímica y artística, se construyó toda la evolución literaria de nuestra música. Su hijo, se ubica entre los intelectuales de auténtica extracción popular, más originales, más puros y más completos que haya dado Buenos Aires. Fue también exitoso guionista radial, publicista, dirigente gremial y crítico teatral, entre otras actividades. Toda esta variada consagración suya ha estado, sin embargo, subordinada a su constitutiva condición de hombre de Tango. Dos épocas, dos extraordinarios compositores unidos por la misma sangre y parentesco. Nuestro programa de hoy se viste de música y poesía con dos grandes de la familia tanguera: Don José González Castillo y su talentoso hijo, Don Cátulo Castillo.

Padre e hijo, dos épocas, dos talentos indiscutidos que llevaron la idea y sensibilidad creadora de éxitos a nuestra música. Para ellos, ponerle poesía a los Tangos era cosa de todos los días. El primero, le puso letra al que fuera el inicio triunfal del tango cantado, nada menos. El hijo, demostró que la inspiración también se hereda cuando se nace y vive en el mismo cielo porteño. Los dos dejaron huellas imborrables de identidad y sus temas se siguen cantando después de un siglo, con la misma emoción y polenta de antaño. Tango Sensei rinde un merecido homenaje a este par familiar de tangueros sin igual que se fueron muy jóvenes de este mundo, como copiándose mutuamente el destino.

Mencionar a este músico es hablar de las entrañas mismas del Tango en todas las épocas. Violinista fino y vigoroso, compositor de excepción e innovador por los cuatro costados. Allá por los años veinte, fijó las normas del Tango clásico y sus composiciones son obras maestras que hoy perduran más allá del tiempo. Será acaso porque este sagitariano, en su signo, tiene la imaginaria conformación de un arco de violín, transformado en una flecha lanzada en el verano. Sagitario es un periodo de Tango, porque en su vigencia y en algún lado, nació Carlos Gardel y en otro mapa, apuntando al corazón de Buenos Aires y en el mismo zodiacal nació nuestro invitado de hoy.

Bandoneonista excepcional, compositor y director de orquesta. Como los de su época, desde niño lo mandaron a estudiar música y elegir un instrumento, él quiso el bandoneón y ahí empezó la historia de este intérprete inspirado que llegó a vender miles de copias en discos, además de amenizar bailes de carnavales memorables y participar con su orquesta en los mejores salones de aquel entonces. Tuvo buenos y variados cantantes y su agrupación marcaba un ritmo especial, único, que el público pedía, apreciaba y bailaba. Español de nacimiento y argentino cien por ciento. Nuestro programa de hoy se engalana con su presencia.

Maestro de maestros, respetado como ser humano excepcional por su sentido de la justicia que imponía en cada uno de sus actos. Músico inspirado, talentoso e innovador. Dejó una escuela imborrable que hoy los tangueros de corazón, siguen al pie de la letra. Con la modestia que lo caracterizaba decía que él era sólo un tornillo de la inmensa máquina que conforma el tango. Nosotros pensamos que significó mucho más que eso, porque sin él no podríamos concebir nuestra música. Vivió mucho e intensamente, no lo suficiente que hubiésemos querido todos los que amamos esta música que nos mueve y conmueve, que nos deleita y nos acompaña en cada dos por cuatro. En este diciembre, mes de nuestro Tango, el día 2 cumpliría años. Con el respeto que merece esta magna y señera figura, Nuestro programa de hoy está dedicado al recuerdo permanente de Don Osvaldo Pugliese!

Músico excepcional, compositor y director de orquesta, además de un eximio pianista de estilo milonguero, que marcaba el ritmo en su exacta dimensión. Muchos cantantes solicitaban sus servicios, porque sabían que con su acompañamiento el éxito era seguro. Este porteño de corazón dejó una huella importante en el Tango y una impronta que siguieron otros músicos famosos de nuestra música ciudadana. Siempre se rodeó de los mejores músicos, en cada instrumento que conformaban su orquesta y supo lucirse como arreglista excepcional de piezas inolvidables.

Son muchas las figuras del Tango que engalanaron con su talento la música rioplatense, estudiosos e inspirados intérpretes que dejaron huellas imborrables. Nuestro invitado de hoy, reunió todas las condiciones de un músico excepcional que tuvo una carrera exitosa. Muy pocas orquestas lograron, en sólo 8 años, consagrarse en el gusto de la gente como la suya, a pesar de no distinguirse por un estilo diferenciador, siempre se destacó por la melodía y compás que le imprimía a su música, al servicio de sus cantores de turno. Pianista, compositor y director de orquesta, contrató buenos cantantes porque decía que representaba la mejor inversión tener una buena voz en la orquesta y no se equivocó, tuvo –entre otros- a Julio Sosa, Enrique Campos y Floreal Ruiz hasta que disolvió su agrupación.

El tango sigue evolucionando, representado hoy por voces nuevas que revitalizan nuestra música, figuras jóvenes que llevan un sello talentoso al abrigo de Buenos Aires, una ciudad que siempre estará en la búsqueda de valores que sigan enalteciendo el ámbito tanguero. Nuestro programa de hoy está dedicado a dos inspirados cantantes que nos demuestran porqué se encumbraron con sus gargantas y maneras de interpretar, en el gusto de un auditorio actual exigente, que siempre quiere y elije los mejores para el palco de nuestro querido Tango que jamás renunciará a su espacio y siempre tendrá representantes de calidad que nos deleiten.

Gracias. Por el reencuentro y la amistad con el Sensei y con Joe. Por los nuevos grandes amigos que me ha dado. Por los amigos oyentes virtuales de tantas partes del mundo. Por abrir mi mente, ampliar mi oido y ablandar mi corazón. Por hacerme «alguien» en la comunidad tanguera, aquí al filo de Latinomérica. Por el vértigo de Darienzo, la velocidad de Echagüe, la poesía al óleo de Cadícamo, las metáforas de Expósito, la humildad y valentía de Pugliese, la fastuosidad de Mores, los dedos de cristal de Salgán, el Pasional de Rubén Juárez, la miel de Charlo, la profundidad de Rivero, las imposibles sencillas palabras de Ferrer, la garganta del Polaco, la pinta brava de Julio Sosa, la sencillez de Podestá, el legatto de Raúl Berón, la adicción crónica a Gardel y la supernova de Piazzolla. Por eso, y por todo lo que me olvido ahora o recordaré siempre… Gracias por estos 4 años, Tango Sensei, Marcelo.

Nuestro amor por el Tango nació desde el momento que al oírlo, algo nos dice que “de ahí somos”, de otra época quizás, porque nos tocó nacer, paradójicamente cuando nuestra música entraba en los cincuenta, que no fue una década de las más exitosas, sin embargo, el almácigo de raíces profundas, hizo que nos gustara esta música maravillosa, creciéramos con ella, aunque compartida con otros ritmos y se hiciera carne en nosotros para ya no dejarnos más. Por esa razón, hoy la seguimos oyendo y continuamos hurgando su glorioso pasado y prometedor presente con los nuevos talentos que son orgullo rioplatense. Hoy nuestro programa de cuarto aniversario, reflejará el gusto y predilección de sus conductores que seleccionaron para ustedes, una docena de los mejores tangos. Una vez al año, nos merecemos esta caricia para los oídos. Gracias por estar con nosotros y demostrarnos que aunque se necesitan dos para bailar un Tango, una multitud –desde varias partes del mundo-, puede disfrutarlo al mismo tiempo.

Genio y figura de la generación del 40, bandoneonista excepcional por su inmenso talento y temperamento, se distinguió entre los ejecutantes famosos de aquel entonces. Artista estudioso, vocacional y profesionalmente independiente, volcó los frutos de su inspiración en un complejo pero efectivo tratamiento instrumental del Tango; más una nutrida, sostenida y valerosa disciplina a la hora de realizar arreglos de piezas memorables. Encabezó su propia agrupación de tango moderno que deleitó a los renovadores y sacudió a los tradicionalistas. Un profesional completo que compuso más de 200 tangos y 100 obras de música de cámara.

Les tocó el papel más difícil que fue plantar en el gusto del público, una música que estaba acompañada de un sentimiento profundo, que tenía la obligación de reflejar en partituras y poesías, aquel Buenos Aires de comienzos de siglo, enriquecido con sangre nueva que llegaba de todos los confines de Europa, que pintara al porteño con sus cualidades y defectos, que perfumara las noches con una melodía tan rioplatense como nuestra. Los primeros acordes hacían juntar y mover los cuerpos acompasados por ese ritmo que a la postre llegó a imponerse de manera categórica en todo el mundo. Ese fue el maravilloso rol que cumplieron los Tangos Centenarios, nada menos que dar a conocer, en aquel entonces, a las primeras figuras destacadas por su talento musical que hicieron famoso e inmortal al Tango.